Prólogo
Cuando tenía catorce años, mi madre falleció de forma repentina. Me encontraba en la habitación contigua y llegue justo a tiempo para verla exhalar su último aliento. Yo estaba aturdido y desconsolado. Mi hermano mayor se hallaba en el colegio, y mi padre, agobiado por el dolor, no podía ayudarme. Pero, lo peor de todo es que no conocía la forma de dirigirme a Dios en momentos de adversidad. Estaba solo con mi dolor. Esa no era la primera vez que la adversidad me había golpeado, y seguramente no sería la última. Como dice la Escritura: «con todo, el hombre nace para sufrir, tan cierto como que las chispas vuelan» (Job 5:7). En algún momento, durante diferentes circunstancias y grados todos, experimentamos la adversidad en nuestras vidas. Ejercitar la confianza en Dios en medio de la prueba, ha sido para mí un proceso paulatino y difícil, en el cual todavía estoy perseverando. Hace varios años, en un esfuerzo por fortalecer mi propia confianza en Dios, inicié un extenso estudio sobre el tema de la soberanía de Dios en los asuntos de Su pueblo, el cual ha sido de gran ayuda, y ahora lo comparto con ustedes en este libro que es el fruto de tal análisis.
Invertí aproximadamente cuatro años en este estudio y pude observar que otros creyentes estaban enfrentados las mismas inquietudes que yo había tenido. Surgían entonces algunos interrogantes: ¿En realidad controla Dios las circunstancias de nuestras vidas, o las cosas «malas» tan solo ocurren porque vivimos en un mundo condenado por el pecado? ¿Si en verdad Dios controla las eventualidades de nuestras vidas, ¿por qué permitió que mi amigo tuviera cáncer? ¿Puedo confiar en Dios cuando se presentan contratiempos en las diferentes áreas de mi vida?
Este libro surgió como resultado de buscar solución a mis dificultades, y de observar que gran cantidad de creyentes tenían preguntas y dudas similares. Está escrito desde la perspectiva de un hermano y compañero, para aquellos que se preguntan en muchas ocasiones: « ¿En realidad, puedo confiar en Dios?» Confiando en Dios, ha sido un libro difícil de escribir, y por lo mismo soy consciente de las situaciones dolorosas en mi propia vida. No había observado de manera tan clara como ahora, la penetrante naturaleza del sufrimiento y el dolor, especialmente entre los creyentes. Como consecuencia de mi profunda percepción del sufrimiento en torno a mí, me pregunto con frecuencia: «¿Creo verdaderamente en lo que estoy escribiendo?»
También he podido observar que algunos de mis amigos han pasado por adversidades peores que las mías. ¿Quién soy yo para pretender escribirles palabras de aliento e instrucción cuando en realidad no he sufrido el mismo grado de dolor que ellos han experimentado? Mi respuesta a esa pregunta es saber que la verdad de la Palabra de Dios y la seguridad que da, no dependen de mi experiencia. No he escrito este libro confiado en mis conocimientos, que no son nada del otro mundo; lo he hecho como un estudio bíblico acerca de Dios, Su soberanía, sabiduría y amor para el momento en que nos afligen las adversidades.
Confiando en Dios, está escrito para el cristiano común, que no necesariamente ha experimentado un problema muy grande Pero que, con frecuencia, se encuentra con las dificultades y angustias propias de la vida tales como embarazo frustrado, pérdida del trabajo, accidentes automovilísticos, hijos rebeldes, el profesor injusto en la universidad, etc. Estas circunstancias no son muy notorias en nuestras vidas; en realidad, muchas veces se albergan en un corazón quebrantado y confundido. Estas situaciones son frecuentes en la vida de las personas, aun así no son recordadas cuando estamos en oración. Anhelo sinceramente, que en ninguna de las observaciones que hago en los siguientes capítulos se encuentren respuestas superficiales y facilistas a los difíciles problemas que subyacen de la adversidad y del sufrimiento. No existen respuestas fáciles; la adversidad es difícil aunque sepamos que Dios tiene el control de lo que pasa a nuestro alrededor. En efecto, ese conocimiento tiende algunas veces a agravar el dolor, y entonces nos preguntamos: «Si Dios tiene el control de todas las cosas, ¿por qué permitió que esto sucediera?».
Este libro tiene una doble finalidad: Primero, el anhelo de glorificar a Dios, reconociendo Su soberanía y Su bondad. Segundo, el deseo de animar al Pueblo de Dios al demostrar, basado en la Escritura, que Él tiene el control de sus vidas, que Él los ama y que obra en todas las situaciones de la vida para nuestro bien.