Prólogo
Desde una perspectiva humana, puede parecer que hombres y mujeres insignes fueron clave en el progreso humano dentro y fuera de los linderos de la iglesia. Moisés liberó al pueblo de Dios de la esclavitud después que Israel sufrió cuatrocientos años en Egipto. La reina Ester salvo al pueblo de Dios de la aniquilación. Pablo fue catalítico en presentar al cristianismo a la comunidad gentil fuera de Judea hasta convertirlo en un movimiento mundial. Agustín, Martín Lutero, Juan Calvino, John Knox, John Wesley y muchos otros, fueron figuras claves en la historia de la iglesia. Su influencia ha permanecido por generaciones. Sin embargo, es un error suponer que la historia es simplemente un resumen de los esfuerzos de hombres y mujeres extraordinarios. Es mucho más que eso. Es la consecuencia de la obra de Dios en las vidas de las personas. Brian Edwards llegó a esta conclusión: "La realidad es que Dios casi siempre ha usado a hombres especiales para dirigir su obra. Ese es su método".
La historia, en gran parte, es la narración de cómo Dios usó a personas comunes y corrientes para cumplir sus planes excelso a través del tiempo. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Porque Dios usa a algunas personas para su obra y otras no? ¿Acaso no quiere Dios que su reino se extienda per doquier en cada época? ¿No es su deseo que su voluntad se haga en la tierra como se hace en el cielo? Con tantas personas a nivel mundial que proclaman ser seguidores de Cristo, ¿Por qué no obra Dios poderosamente por medio de cada una de ellas? ¿No produciría tal sobrecogedor derramamiento del poder de Dios a que cada rodilla se doble y cada lengua confiese que Jesús es Señor? Sin embargo, Dios no obra de esa manera. Él es selectivo en cuanto a las personas que usa. Cuando Dios coloca su mano en la vida de una persona, el efecto es inconfundible. Pero muchos cristianos hoy muestran poca evidencia de la presencia de Dios en sus vidas; por consiguiente, no pueden hacer una diferencia significativa a favor del reino de Dios. Viven sin impactar al mundo. Trágicamente, esto parece ser la norma en nuestra generación. Cuando Dios obra poderosamente a través de la vida de algunas personas, la excepción, y se convierten en celebridades.
Es fascinante estudiar la vida de alguien por medio de la cual Dios se complació en obrar poderosamente. Josué vivió hace miles de años, no obstante la obra que Dios hizo por medio de él continua impactando a millones de personas hoy. Todo cambió tan pronto Josué entró al escenario.
En cierta forma, la vida de Josué refleja a la de grandes líderes seculares. Como Josué, el momento cumbre de Julio César vino después de haber cruzado el río con su ejército. Tanto Cesar como Josué tenían su Rubicón. Y, al igual que César, Josué pudo también concluir: "Vine, vi, conquiste. También hay paralelos sorprendentes entre Josué y Winston Churchill. Churchill pasó la mayor parte de su vida esperando en las alas de la historia para que llegara su momento de entra en el escenario mundial. Pasó años agonizantes en un desierto político mientras otros gobernaban mal su nación. Cuando Los compatriotas de Churchill finalmente lo llamaron en su momento de mayor necesidad, él dijo: "Por fin tengo la autoridad para dirigir toda la escena como si estuviera caminando al lado del destino, y concluyo que toda mi vida pasada me ha preparado para esta hora y para esta prueba".
De la misma manera, Josué pasó la mayor parte de su vida adulta esperando. No obstante, cuando finalmente lo llamaron para dirigir, cumplió lo que a la vista parecía imposible y dejo transformada a su nación para siempre. Hay muchas similitudes entre Josué y los insignes líderes seculares, y haremos algunas comparaciones a través de este libro. Nos anticipamos en añadir que el solo hecho de establecer un paralelo entre Josué y los líderes seculares como Napoleón, Wellington, Nelson e Isabel I, no significa que endosemos o estemos de acuerdo con los estilos de vidas morales o espirituales de esas personas. El punto crucial de este libro es que el éxito de Josué iba más allá de sus talentos personales, perseverancia o suerte. Su vida indiscutiblemente era dirigida por Dios. La mano de Dios lo dirigía poderosamente. La sabiduría de Dios le guiaba magistralmente. Él vivía su vida a lo divino. Dios todavía usa hoy día a su pueblo para sus propósitos y su gloria. Dios no es menos capaz de transformar nuestras vidas y hacernos sus instrumentos que como lo hizo con la vida de Josué. El asunto no es la capacidad de Dios sino nuestra disponibilidad.
¿Están nuestras vidas tan dispuestas como lo estuvo la de Josué? ¿Estamos preparados para que Él haga los ajustes necesarios en nosotros para que su poder se manifieste por medio de nosotros? Dios no es menos capaz de transformar nuestras vidas para usarnos como sus instrumentos que como lo fue en la vida de Josué. Si alguna vez hubo un tiempo en que se necesitaran más personas como Josué es hoy. Muchas personas dentro del pueblo de Dios viven en esclavitud. Los enemigos de Dios están por toda Norte América y el resto del mundo. Los baluartes de Satanás parecen ser invencibles. Sin embargo, Dios es tan poderoso para librar a su pueblo y derrotar a sus enemigos hoy como lo fue en la época de Josué. Dios Continúa obrando por medio de aquellos que estén dispuestos a pagar el precio necesario para caminar con Él como lo hizo Josué.
Nuestra esperanza es que a medida que usted lee este libro, el Espíritu Santo despierte en su corazón el deseo apasionado de no conformarse con nada menos que lo mejor de Dios para su vida y para aquellos a quienes usted dirige. Si todavía no es líder que necesita ser, ábrale de nuevo su vida a Dios y deje que el trasforme en el líder espiritual que quiere hacer en usted.