Prólogo
La Biblia es la inerrante Palabra de Dios; en ella se encuentra todo lo que necesitamos para ser salvos y vivir la vida fructífera que Dios planeó para todo creyente.
Aunque las Escrituras no revelan todo acerca del Señor ─Él es eterno y ningún libro podría contener toda esa información─, ella sí nos dice todo lo que Dios determinó que nosotros deberíamos conocer sobre: nuestra condición como seres humanos, el camino a la salvación y lo que Dios demanda de aquellos que buscan su rostro.
En la Biblia podemos conocer el carácter del Señor, su poder y su incomparable amor; sin ella no entenderíamos la voluntad del Creador para el mundo y para los hombres. Ningún otro libro ofrece tanta sabiduría e inteligencia; ella está llena del conocimiento del Dios eterno. No existe otro libro que pueda cambiar el corazón de sus lectores como lo hace la Biblia; la eternidad de cada persona depende de su creencia y compresión de las verdades reveladas en ella. Gracias a sus enseñanzas podemos saber cómo tener paz con Dios por medio del arrepentimiento y la fe en Jesucristo; ella es nuestra luz y guía en este mundo, no solamente al mostrarnos cómo ser salvos, sino al enseñarnos a vivir como hombres y mujeres redimidos que pueden agradar al Señor con sus vidas.
Yo amo este libro pues me guio al Salvador; me ha dado la sabiduría y el conocimiento para aprender a ver la vida como Dios la ve. El Señor usó la Biblia para me llevarme a su Hijo Jesucristo; gracias a ella sé que su Espíritu Santo me dio un nuevo corazón que puede obedecer sus mandamientos (Ezequiel 11: 19-20). Las verdades de las Escrituras han confortado mi corazón, me han instruido, me han exhortado, me han animado durante mis angustias, me han fortalecido en tiempos de necesidad y debilidad y me han consolado en tiempos de luto.
La Biblia me ha dado perspectiva y me ha ayudado a comprender mi pasado, me ha dado conocimiento y prudencia para enfrentar mi presente, y esperanza y sabiduría para planificar mi futuro. Además, las Escrituras me han guiado para convertirme en un padre amoroso y proveedor integral; me han transformado en un esposo respetuoso y cariñoso; me han guiado para ser un buen amigo, además de un jefe y compañero de trabajo respetuoso y justo.
Las verdades que Dios enseña en su Palabra me han dado el conocimiento necesario para enfrentar la vida y lograr la madurez necesaria para vivir según su voluntad. La Palabra del Señor me ha ayudado a mantener buenas amistades y a alejarme de otras que son dañinas; los principios que ella enseña han sido mi guía para convertirme en consejero y ayudar a muchas personas; sus verdades me han dado esperanza y seguridad acerca de la vida eterna, y por medio de ellas sé que Cristo es mi Salvador, sé que mi vida no termina en esta tierra, sé que soy salvo por la gracia de Dios y no por mis obras, y sé que nadie podrá separarme del amor de Dios que es en Cristo Jesús. No podría caminar en la vida cristiana sin saber que Dios me sostiene por medio de su Espíritu y el poder de su Palabra, ella es mi guía y mi lámpara; procuro con todas mis fuerzas guárdala en mi corazón para no pecar contra Dios.