Prólogo
No es nada fácil escribir un libro sobre un tema tan amplio como el de la Biblia. Pero la Biblia en su esencia inspira a uno a tomar una pausa para contemplarla. Trágicamente, muchas veces la gente ha sido obligada a contemplar su contenido bajo circunstancias no favorables.
Muchos de nosotros hemos tenido la desagradable experiencia de ser forzados por algún fanático a aceptar el mensaje bíblico y la experiencia nos ha sido repugnante. El resultado de la conducta de estos fanáticos es catastrófico porque dan muy poca información y, en consecuencia provocan el rechazo de algo que no se comprende en lugar de lograr una posible aceptación.
Como consecuencia de una experiencia tal, muchos categóricamente rechazan la Biblia en lugar de contemplarla. También hay muchos que pretenden asumir una postura de neutralidad e ignoran totalmente su contenido. Primeramente, con referencia al evidente problema que acabo de mencionar, es importante entender que mi postura es una de no presionar a nadie. Mi reto ha sido explicar la Biblia en palabras claras y así dejarla hablar por sí misma, para permitirle al lector tomar su propia decisión. Algunos quizás van a acusarme de no ser objetivo al postular que la Biblia es verdad. Consideré la posibilidad de esa crítica, pero decidí correr el riesgo de afirmar que es verdad, porque esto es precisamente lo que la Biblia proclama ser. Decir lo opuesto sería denunciar su clara afirmación textual.
Por supuesto, mi deseo ha sido capturar el espíritu del contexto bíblico para luego exhibirlo de una manera palpable y clara al alcance de cualquier lector. En segundo lugar, en ningún momento me he permitido modificar el mensaje bíblico. Cuando la Biblia exige una afirmación o negación, he intentado presentarlas en términos claros sin distorsionar su mensaje. Constantemente, cuando la Biblia habla, va directo al grano y, para no traicionar esa forma de comunicación directa, he tratado de hacer lo mismo. Por esta razón, no me sentí obligado a cambiar el mensaje para estar de moda con la sociedad. Por ejemplo, en nuestra sociedad moderna muchas veces no se permite hablar usando términos que insinúan diferencias entre los sexos, pero, para no comprometer el mensaje bíblico, elegí no seguir la corriente popular. Como con cualquier libro, puede ser que al leer algunas páginas usted diga: “Este mensaje no es para mí”. Si usted es tal persona, quisiera desafiarlo con un reto: lea todo el libro antes de decidir si el mensaje bíblico es para usted. Hubo un tiempo en mi vida cuando yo corrí el riesgo de rechazarlo, pero afortunadamente decidí tomar una pausa para examinarlo más a fondo. Hoy sigo estando fascinado con el Libro de los libros. Hay una buena posibilidad de que a usted le pase lo mismo.